viernes, 25 de julio de 2014

DEMONIOS EN LAS SOMBRAS

 
-¿Por qué me miras de esa manera?-pregunté.
-Miro como y donde me place-contestó la sombra.
Desde que tuve uso de razón, no entendía por qué debía tener una sombra que no sirve para nada. Todo mi cuerpo cumple una función, pero la sombra…
La primera vez que se lo dije a mi madre, miró asombrada y me explicó que era la proyección del cuerpo ante una luz, ya fuese natural o artificial.
-Mamá aquí nunca hay Sol-afirmé.
-¿Qué dices, cielo? Claro que sí-respondió mirándome con expectación.
-No mamá, en el mundo solo hay oscuridad, señores malos-contesté con rotundidad.
Ni que decir tiene el peregrinaje de médicos al que fui sometida hasta dar con una” supuesta “esquizofrenia paranoide.
Durante años estuve recluida en un sanatorio mental, aislada de todo contacto humano, con una pequeña luz que jamás se apagaba. Ya no veía una sombra, eran decenas de ellas, las que me acosaban día y noche.
Cierta madrugada, un grito desgarrador y profundo llegó hasta la mesa de la enfermera de guardia. Junto a dos celadores, abrieron la iluminada habitación y cientos de sombras cayeron sobre ellos devorando sus almas.
Escondida en el cuarto de limpieza, esperé agazapada hasta que cesaron los alaridos y lamentos. Enfundada en una bata, salí por la puerta de emergencia del sanatorio y corrí todo lo que pude, hasta llegar a casa a pocos minutos de allí.
Golpeé la puerta varias veces y al abrirla mi madre se quedó lívida.
-¿Qué haces aquí?-preguntó balbuceando.
-¡Las sombras me persiguen, rápido cierra la puerta!-grité mientras me dirigía hacia el sótano. Mis ojos se acostumbraron enseguida a la oscuridad y pude esconderme en un gran baúl al fondo de la estancia.
Escuché los gritos de mi familia y me tapé los oídos todo lo fuerte que pude mientras temblaba de terror.
Una vez hubieron cesado los gritos y ruidos, salí del sótano y me dirigí al salón, sentándome en el mullido y enorme sofá.
Encendí una pequeña lámpara y me dispuse a ver la televisión.
¿Por qué me miras de esa manera?-pregunté.
-¡Miro como y donde me place!-contestó la sombra con una diabólica y grotesca sonrisa en el rostro.

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