jueves, 3 de abril de 2014

UNA NOCHE INTERMINABLE

Di por terminado mi plato de salmón y me dispuse a lavar la vajilla. Estando la cocina limpia, decidí cerrar los postigos del enorme ventanal. Afuera, el negro cielo se veía opacado por el resplandor de las estrellas que brillaban con una fuerza jamás vista. Aproveché la ocasión para disfrutar el espectáculo y me recosté cómodamente en mi reposera plegable. Divisé fácilmente la Osa Mayor y Las Tres Marías pero me costó encontrar mi constelación preferida: la Cruz del Norte. Al cabo de un largo rato conseguí localizarla, pero cuando me disponía a contemplarla escuché un ruido ensordecedor proveniente del interior de mi casa de campo. Estupefacto, me puse de pie y me dirigí sigilosamente a ver qué ocurría.
Tras revisar detenidamente cada rincón de mi finca, me volví confundido a mi reposera para continuar disfrutando de la fiesta que la fría noche me brindaba. Por más raro que pareciera, el brillo de las estrellas aumentaba minuto a minuto al igual que mi entusiasmo. Con el correr del tiempo, mi sueño se fue disipando para dar lugar a mi locura pues no podía procesar lo que mis ojos veían. Créanme que en ningún momento de mi larga carrera como astrónomo, tuve la oportunidad de contemplar algo igual.
Desafortunadamente, la fiesta volvió a interrumpirse. Nuevamente, un fuerte ruido me sobresaltó y mi locura se transformó en tensión. ¿Acaso se había caído algo sin que yo pudiera descubrir qué era? Apunté en dirección de la puerta con la esperanza de revisar mi rancho y hallar una respuesta a esta pregunta.
Tres cuartos de hora más tarde, me resigné sabiendo que no encontraría explicación para semejante estruendo. Me acomodé por tercera vez en mi asiento pero esta vez no por mucho tiempo. Escuché pasos procedentes de la cocina, y de esos no tengo dudas; la noche se volvía cada vez más extraña… A estas alturas, mi temor era insostenible. Para consumarlo, y sentirme más seguro fui en busca de mi machete escondido en el interior de mi caja de herramientas ubicada bajo el cobertizo al fondo de la propiedad.
Al llegar bajo el cobertizo y lograr resguardarme, encendí mi linterna recargable. Una vez hallada la caja, me incliné tembloroso para intentar abrirla. La tapa estaba muy dura pues el metal de las bisagras a ambos lados de la caja se había oxidado. Finalmente, tras un gran esfuerzo, la tapa cedió lo que significó para mí un gran alivio. Estando la caja abierta, revolví impacientemente hasta dar con mi reluciente machete. Lo tomé con fuerza para poder sacarlo, me paré y apunté en dirección a la cocina. Acto seguido, se levantó una leve brisa que me acompañó hasta que cerré la puerta. Al revés de lo que había pensado y aun con el machete en mi poder, el temor no sólo me seguía pesando sino que crecía a cada paso.
Una vez en el interior de mi vivienda, caminé hasta que mi nariz se topó con un fuerte olor a pescado. Escuchaba los pasos cada vez más cercanos y no podía evitar sentirme observado. Con el corazón casi saliéndome por la garganta, posé mi dedo índice sobre el interruptor pero no me atreví a encender la luz. Cada segundo que pasaba me parecía eterno y la intriga por saber quién se acercaba a mí se acrecentaba. Sin embargo, mi dedo no sólo no ejerció fuerza alguna sobre el botón sino que además soltó el mismo y se detuvo a esperar el momento de que le diera órdenes. Tardé tanto en decidirme, que repentinamente la palanca se movió como por arte de magia y las luces se encendieron. Los pasos dejaron de escucharse. Casi simultáneamente, el viejo reloj cucú marcó las dos de la madrugada.
Helado, observé a mí alrededor: platos y cubiertos sucios, más de una copa con restos de vino e incontables tacitas con fondito de café. No podía explicar lo que veía puesto que, como sabrán, había dejado el ambiente en perfectas condiciones. Temblaba como una hoja y no podía moverme. Me quedé inmóvil por un largo rato, hasta que una cruel y bizarra idea se cruzó por mi cabeza: esta casa que alguna vez supo ser solitaria y silenciosa había dejado de serlo. No pude evitar sentirme indefenso tras este pensamiento a pesar de estar armado. Sentía unas ganas incontrolables de gritar para descargar mi angustia, sin poder comprender los sucesos que esta noche estaban acaeciendo. Pero mi impotencia podía más. Traté de tranquilizarme un poco y tras respirar hondo reiteradas veces, lo conseguí. Puse mi mente en blanco y apresuré el paso para llegar al baño. Toallas mojadas, la ducha encendida, el jabón recién comprado casi consumido. Cerré la puerta incrédulo, y me eché a correr fuera. En el camino, tropecé con una voluminosa rama de ciprés.
Y fue entonces cuando retorné a la realidad. El alma me volvió al cuerpo. El terror despareció. La casa calló por fin. Mis ojos se abrieron, las estrellas ensombrecieron y  la comodidad de mi reposera de roble se volvió a sentir.

NOCHES DE PESADILLA


Estaba solo en el mundo
y nada había para hacer.
Me sentía un idiota inmundo,
y algo para divertirme quería tener.
De pronto ella llegó
y su perfume el aire inundó.
Sus ojos centellaron
mientras que nuestras miradas se cruzaron.
.
Decidí hablarle
y la oportunidad no dejar que pasase.
No quería quedarme solo
así que me lancé a ella como un lobo.
.
La verdad entonces no conocía
y no sabía que jugaba con mi vida.
Pero el deseo pudo más
y al infierno empecé a entrar.
.
Hablamos mientras caminábamos;
reímos y gozamos.
El paisaje no era el mismo;
me di cuenta que estaba en un abismo.
.
Al borde de caer me encontraba,
pero ella seguir caminando deseaba.
Fue cuando reaccioné
y decidí que no merecía mi querer
.
Me gritó e insultó;
de desconfiado me acusó.
Yo solo me volteé,
esperando a mi casa volver.
.
De inmediato su voz un grito soltó,
era de tal magnitud que mi oído sangró.
Me regresé y la vi:
Era una gorgona vil.
.
Horrorizado estaba
así que corrí por alejarme mientras estaba parada.
No comprendía que salida no había,
y que mi destino terminaría en desdicha.
.
Al bosque entré
y por vivir recé.
Escuchaba su marchar,
y comprendí que no me podría alejar.
.
Me detuve en seco
para esperar su regreso.
Todo estaba en omición
entretanto que pedía de esto la expiración.
.
De inmediato pude ver su figura,
y traté de ignorar la sensación de temor.
Ella es lo que más asusta;
lo más horrendo, lo que causa más pavor.
.
Sus garras afiladas y largas
estaban ensangrentadas.
Su cola escamosa brillaba
a la luz de la luna plateada.
.
Ojos de serpiente tenía
y colmillos de vampira.
La piel color cal espantaba;
parecía un fantasma.
.
La adrenalina mi cuerpo cubrió,
y correr no pude querer.
Salvación no tenía
para esa noche de pesadilla.
.
Mi cuello besó
y mi entrepierna tocó.
Mi espalda sudó
y luego me golpeó.
.
Traté de levantarme,
pero ya era tarde.
La ropa me sacó
y luego la cara me mordió.
.
Mis brazos rompió
y mi estómago despedazó.
Mis piernas fueron devoradas
para luego seguir mi alma.

EL CAPITULO 15

 
¿Quien iba a pensar, que un joven chico de 15 años, con todo un futuro en la literatura porvenir, le iba a pasar algo como aquello?
Este joven era un aspirante a escritor famoso, con mucho talento y dedicación a lo que le gustaba hacer, escribir relatos.
Sus trabajos eran los comunes en los gustos de un chico de su edad, relatos de acción, amor y aventuras. Era un chico muy alegre, sus padres estaban orgullosos de el. Pero la alegría no duraría mucho.
Un día cualquiera mientras el joven estaba en la escuela, su madre al limpiar la casa encontró un viejo libro, un libro que jamás en su vida había visto. Este libro no tenia titulo. Solo una descripción que decía: “Consejos para jóvenes escritores”. La madre creyó que era un libro que su hijo había dejado olvidado, así que decidió dejárselo en su cuarto.
Al volver de la escuela el joven encontró este libro sobre su cama y comenzó a leerlo. Su interior y lo que estaba escrito en el, era algo que el joven jamás se hubiera imaginado que leería, aun así, estaba fascinado con este libro y no podía soltarlo de sus manos.
Un día, su madre se sorprendió al encontrar todas las historias de su hijo tiradas en la basura. Preocupada, fue hasta su habitación a preguntarle a su hijo qué pasaba. Al entrar a la habitación vio algo raro. Toda la habitación estaba a oscuras, y su hijo sentado en su escritorio, con muchas hojas sobre la mesa, escribiendo a oscuras. Al preguntarle por qué había botado todos sus relatos, su hijo sonriendo le respondió que lo había hecho porque ahora estaba trabajando en algo nuevo, grande y mejor. La madre sin mas preguntas se fue.
Hubo extrañas noches en que la madre pasaba por fuera de su cuarto y oía susurros, y voces que jamás había escuchado antes, pero al entrar a la habitación su hijo yacía dormido.
Otra noche, su madre se levanto de su cama para tomar agua. Y lo encontró a el sentado en el sillón de la sala, mirando la tele apagada. Cuando su madre se acerco a el, el la miro con unos ojos negros y profundos y con una extraña sonrisa le dijo:
- Madre no hagas ruido, estoy viendo mi programa favorito -
Pero a pesar de todo, lo mas raro fue que cierta vez, su madre le pidió su nuevo trabajo para leerlo, y el temblando le dijo que no porque era una sorpresa. Cuando el siempre le daba sus relatos voluntariamente para que los lea.
A la mañana siguiente su madre despertó, su celular estaba sonando, atendió, era la escuela donde el joven estudiaba, le informaron que su hijo había atacado a una maestra y luego se había fugado de allí. La llamada se corto de repente sin que pudiera terminar de hablar, y ella escucho un extraño sonido proveniente de la habitación del joven. Camino lentamente y se paro frente a la puerta. Pero nunca se imagino lo que encontraría al abrirla.
Entre llantos inconsolables grito y grito a mas no poder. Su hijo yacía muerto sobre el escritorio donde el escribía, con todas sus uñas y dedos destrozados por arañar el escritorio, desangrado hasta morir. En el escritorio estaba escrito cientos de veces: “El final es lo importante de la historia”
Esa noche, después del funeral, la madre se sentó en su escritorio a leer la historia que su hijo había escrito. Al leer el glosario, vio que la historia contaba con 15 capítulos, todos con títulos oscuros y aterradores.
Pero sobre todo observa el capitulo 15, el titulo era el mismo que las palabras que el joven había arañado en su escritorio, y estaba escrito con sangre. Sin leer los otros capítulos la madre avanza directamente hasta este.
Todos los capítulos eran largos y con mucho contenido, excepto el capitulo 15. Este era tan solo una hoja que decía escrita con sangre:
- El demoño mata al escritor. El actual lector se va con el…
A la mañana siguiente el padre se despierta y no encuentra a su mujer por ningún lado, hasta que entra a la habitación de su hijo y ve algo horrible. Su mujer yacía en el piso, con
un gran cuchillo en su mano, muerta, con múltiples puñaladas en su cuerpo.
Fue un suicidio… ¿ O NO?…